SIN FIN

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lunes, 11 de mayo de 2015

¿ Buena suerte o Mala suerte ? ¡ Quién lo sabe ! ( cuento popular Chino ) Anónimo

      Es muy curioso .... 
      Porque es cierto que, en muchas ocasiones, lo que de entrada nos parece una bendición acaba convirtiéndose en una pesadilla;  y de la misma manera lo que nos  parece una desgracia, nos abre la puerta a una situación que, con el paso del tiempo agradeceremos. 

      Como un círculo donde los extremos se tocan.  Como un dragón mordiéndose la cola.   Una historia China habla sobre esto.  

       Sobre que todas  las " cosas "  que nos acontecen   
       No son  "o buenas "  o  " malas ".... 
       Son " buenas y malas   a  la vez ".


               "  Un anciano labrador, viudo y muy pobre, que vivía en una aldea con su único hijo .

       Un cálido día de verano, un precioso caballo salvaje, joven y fuerte, descendió de los prados de las montañas a buscar comida y bebida en la aldea. Ese verano, de intenso sol y escaso de lluvias, había quemado los pastos y apenas quedaba gota en los arroyos. De modo que el caballo buscaba desesperado la comida y bebida con las que sobrevivir.

      Quiso el destino que el animal fuera a parar al establo del anciano labrador, donde encontró la comida y la bebida deseadas. El hijo del anciano, al oír el ruido de los cascos del caballo en el establo, y al constatar que un magnífico ejemplar había entrado en su propiedad, decidió poner la madera en la puerta de la cuadra para impedir su salida.

      La noticia corrió a toda velocidad por la aldea y los vecinos fueron a felicitar al anciano labrador y a su hijo. Era una gran suerte que ese bello y joven rocín salvaje fuera a parar a su establo. Era en verdad un animal que costaría mucho dinero si tuviera que ser comprado. Pero ahí estaba, en el establo, saciando tranquilamente su hambre y sed.
      Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaron para felicitarle por tal regalo inesperado de la vida, el labrador les replicó:
          -  ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!  El tiempo lo dirá.

Los vecinos quedaron estupefactos;   no lo entendieron.  Algunos incluso llegaron a tomarlo por loco.

      Pero sucedió que, al día siguiente, el caballo ya saciado,  saltó  la valla de un  y regresó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaron para condolerse con él y lamentar su desgracia, éste volvió a replicar :

          -   ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe! El tiempo lo dirá.

La gente de la aldea seguía sin entender. 

      Una semana después, el mismo corcel que  había saciado su sed y apetito en el establo del anciano labrador,   regresó de las montañas trayendo consigo varios  ejemplares que le seguían.

      ¡Los vecinos no lo podían creer! De repente, el anciano labrador parecía volverse rico de la manera más inesperada, fruto de un azar generoso con  él y su familia.    De nuevo corrieron todos  a felicitar  al labrador por su extraordinaria buena suerte. Pero éste, de nuevo les respondió: 

            - ¡Quién sabe!  ¿Buena suerte? ¿Mala suerte?   El tiempo lo dirá.

      La gente de la aldea, ahora sí, concluyeron  que el anciano definitivamente estaba  loco.  Porque era indudable que tener por azar de repente varios caballos en el establo de casa sin pagar un céntimo por ellos, solo podía ser buena suerte. ¿ verdad ?

      Pero al poco tiempo, el hijo del labrador intentó domar aquél caballo  que había llegado la primera vez, huido al día siguiente, y guiado a toda la manada hacia el establo.  
      El animal era salvaje y se resistió bravamente a la doma.         El joven cayó al suelo lastimándose seriamente las piernas.  No podría volver a caminar en mucho tiempo.  
       Naturalmente, todo el mundo consideró aquello como una verdadera desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir:

         -  El tiempo lo dirá  ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!   

       Los aldeanos esta vez,  ya no supieron qué responder....

       Semanas más tarde, el país entró en guerra.   El ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Pero cuando vieron al hijo del labrador en tan mal estado, le dejaron tranquilo, y siguieron su camino. 
      Los vecinos que quedaron en la aldea, padres y abuelos de decenas de jóvenes que partieron ese mismo día a la guerra, fueron a ver al anciano labrador y a su hijo, y a expresarles la enorme buena suerte que había tenido el joven al no tener que partir hacia una guerra que, con mucha probabilidad, acabaría con la vida de muchos de sus amigos. A lo que el longevo sabio respondió: 

              -    ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!  El tiempo lo dirá " 

                                        Cuento  popular Chino.   Anónimo.

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